11 de julio

12 julio 2015

Toda la primera parte del año había estado apestada en su mayor parte por una sensación de impotencia y, en consecuencia, de falta de voluntad para llevar a cabo las tareas más simples, como bañarme o despertar del todo. El ritmo de vida era relativamente relajado y todas mis actividades se realizaban casi de manera automática. Volví a ver amigos con los que no hablo frecuentemente pero siempre me hacen el día con su presencia.

Después de un par de tragos los pensamientos oscuros decidían instalarse en otro cuerpo y me dejaban en paz durante un par de horas, a veces a través de letras de canciones que hacen más por mí que mis propios pensamientos. Todo eso poco antes de que el sueño me regresara al mundo irreal, en donde las noticias anunciaban la segunda fuga del Chapo Guzmán y supe que algo cambiaría de manera definitiva, y que tenía que ver con esa noticia y al mismo tiempo no se vinculaba en absoluto.

Apología del anonimato

04 julio 2015

He pensando, con más frecuencia de la que me incomoda admitir, sobre los radicales cambios en la información compartida en internet. Lo hago incluso ahora mientras tecleo esta entrada en mi blog que probablemente es leído por una o dos personas.
Y lo digo porque cuando tenía cerca de quince o dieciséis años, el internet era infinito y la posibilidad del anonimato era algo increíble. Probablemente una de las cosas que hacía a la red un producto seductor era esa aparente libertad absoluta y la entrada a un submundo completamente a tu disposición.
Extraño esa idea. Más ahora que releo viejos blogs de conocidos y me encuentro con la persona que yo era al haber leído esas entradas por primera vez. Me hace sentir que un ente extraño se ha robado una parte de esa que era yo.
Atribuyo buena parte del declive, si no es que la totalidad, de los blogueros a dicha situación; especialmente ahora que existe el Facebook, ante el cual siempre podemos encontrar argumentos: “el FB no es malo en sí, sino la forma en que lo uses”, “puedes no tener FB”, “puedes decidir no compartir nada personal”, entre otros, todos ellos válidos, y me imagino que cada persona elige de acuerdo a conveniencia. Pero también es real el desinterés que existe, de manera generalizada, por sentarse a navegar libremente sin encontrarse con estos nuevos botones para ligar tu búsqueda a las cuentas de tus redes sociales, o incluso sitios que te exigen acceder mediante las mismas, y con ello aceptamos desnudarnos frente al otro sin haberlo pactado previamente.
Este blog es prueba de dicha situación y yo amaba sentarme a conocer a otras personas a través de sus textos. Y en realidad sólo quería manifestar lo mucho que extraño a todas esas personas y a su estilo único, a los géneros que reinventaban sin darse cuenta, mediante pequeñas anécdotas o confesiones.

Si aún siguen por aquí, yo sigo aquí.

Algunos apuntes sobre Facsímil de Alejandro Zambra

27 mayo 2015

“A nosotros, piensas, como a los perros
 nos echaron al agua y aprendimos a nadar al tiro.”
Alejandro Zambra

Lo que resulta notable al momento de abrir esta obra del autor chileno es el formato, y no resultará extraño que surjan divergencias respecto al género al que pertenece y la libertad que tiene el lector para configurar su propia historia y formar su propia crítica respecto al sistema educativo de Chile, que por cierto, comparte puntos con el mexicano. Por un lado unos argumentarán que el innovador estilo narrativo de Zambra está más próximo a la poesía experimental, gracias a las contundentes construcciones que el lector puede encontrar en cada una de las páginas, en las que cada palabra está dotada de un sentido y significación que revelan una dura realidad; otros, por su parte, hablarán de la revolucionaria forma ensayística que a partir del cuadernillo –inspirado en los originalmente utilizados para el examen de ingreso a la Universidad en Chile desde 1967 hasta 2002–, apunta y crítica a un sistema educativo deficiente en distintos niveles; y otros más quizá se inclinarán por hablar de minificciones contrapuestas. Todos estarán en lo cierto. Del texto se desprenden historias en apariencia inconexas, pero terminan por crear una pieza total. Una de ellas muestra la circunstancia del profesor que ha preferido abandonar la docencia para convertirse en conductor de metro a causa de los bajos sueldos que ofrece es Estado. También Zambra se vale de mise en abyme para evidenciar las trampas de la institución, en las que es más fácil convertirse en usurpador o hacer trampa, antes que volverse un individuo que puede pensar por sí mismo: “A ustedes no los educaron, los entrenaron”, sentencia una de las cuatro posibles respuestas del cuadernillo, en realidad, la única respuesta.
Conforme avanza el libro, se van descubriendo otros temas que no son infrecuentes en obras previas del autor, me refiero a la familia, la religión, la vida en pareja y otros cuestionamientos existenciales con los que se puede identificar cualquiera que se encuentre cercano a la cultura Latinoamericana.
Sin embargo, no falta el aspecto humorístico, y entre líneas se pueden encontrar también las más variopintas referencias culturales que pasan por personajes como Paquita la del Barrio, Groucho Marx o Los Tigres del Norte.

Algunas de las preguntas que lanza el libro indirectamente van encausadas a la posibilidad de ser otro partir de decisiones que han sido establecidas como un muss sein en casi toda sociedad: ¿seríamos más felices sin el matrimonio?, ¿sin un hijo?, y en un momento uno de los personajes compara incluso su paternidad con el hecho de poseer una mascota. Con un golpe certero y directo, Zambra desmiembra el ideal de la familia a modo de carta de confesión, en la que un padre se sincera con su hijo y confiesa que hubiera sido más feliz sin él. Pero en lo que podría ser un acto de egoísmo en realidad se revela un espíritu de rebeldía al que poco a poco las nuevas generaciones se van sumando, y este espíritu podría ser el signo bajo el cual se distingue el nuevo libro de Zambra. La apuesta es por una sociedad en la que la verdad ya no se confunde con cinismo.

Las horas muertas

15 mayo 2015


Aún no amanece aunque el cielo ha clareado lo suficiente para no pertenecer al terreno de la noche. Los ojos están bien acostumbrados a la penumbra y al brillo que cada calada de cigarro ofrece alrededor. Recuerdo. Siento. Me es imposible recordar el momento preciso en el que fui consciente de las horas muertas, pero imagino que fue cerca de la adolescencia, ese punto intermedio, exactamente igual a éste en el que me encuentro aferrada a la ventana. Aferrada a la nada.
¿Es posible concebir la muerte como parte de algo tan abstracto como el tiempo?, jamás lo había considerado. Pero no veo por qué no pueda hablarse del entierro de un instante. Algo mejor aún que el olvido, el cual es con frecuencia traicionero, te acuchilla a la menor provocación a partir del resto de tus sentidos.
Pero las horas muertas están condenadas a un destino fatal. Tan intrascendentes ellas que han sido comparadas al aburrimiento y los instantes más insignificantes del día. Sin embargo yo creo que si hablamos de muerte, debemos ser más ceremoniosos con ellas y su naturaleza. Hace frío. Quisiera poder asir este instante en la boca y no dejar escapar ni un fragmento, morderlo y sangrarlo si fuera necesario. Porque para las horas muertas también hace falta convertirse en asesino. Hace falta morirse un poquito con ellas. Hace falta querer ser también un tiempo muerto dentro de las vidas ajenas.

La sangre de la noche

19 enero 2015


En nuestras cabezas podría haber sonado el ya tan conocido, ­­­–incluso fastidioso– silbido de Peter Bjorn and John. No importa que estuviéramos a la mitad entre la verdadera adultez y aquellos años en que lo más importante era no preocuparse por que la lluvia nos empapara, porque por alguna extraña razón la mayoría de nuestros encuentros habían ocurrido en medio de la temporada de lluvias.
Recuerdo que una ocasión frente al centro me había soltado una de esas frases que han formado un compendio inconexo y hermoso de significados que no intento ya descifrar. Recuerdo que esa tarde fui feliz después de tomar la malteada más cara de mi vida y escucharlo hablar como pocas veces antes había sucedido.
Mi vida se precipita hoy, inconexa también como sus frases. Su voz no deja de decirme en un viaje de vuelta a casa, entre el olor de cigarro reposado en la lengua y una promesa sin cumplir: Puedo sentir tu sangre.

Algunos apuntes personales sobre el 2014

26 diciembre 2014


Nunca he sido buena haciendo listas, especialmente porque no suelo llevar la cuenta de las cosas que voy haciendo durante el año. Sin embargo, el 2014 ha sido suficiente generoso conmigo para tenerlo en cuenta.
A principio de año me titulé y aunque mucha gente lo ve como un logro menor, todo el proceso burocrático debería hacer que ganes un premio o varios de acuerdo a cada etapa, ya que escribir la tesis es en realidad la parte menos conflictiva o lo fue para mí. Por abril cumplí 25 años y el 5 siempre ha sido un número que me encanta fetichizar, de ahí que le ponga buena cara de entrada al 2015. Leí mucho más por gusto que por obligación y menos en general, cosa que también me hizo sentir contenta conmigo ya que me di tiempo de hacer otro tipo de cosas. Algunos de los títulos que recuerdo son los siguientes, o se que por algún motivo permanecieron y eso es importante:


El matrimonio de los peces rojos, Guadalupe Nettel
La sociedad Juliette, Sasha Grey
Los hermanos Karamazov, Dostoyevski
El vino de la juventud, John Fante
Papeles falsos, Valeria Luiselli
El monstruo de París y otros relatos, Marie-Luise Scherer
Cuentos completos, Clarice Lispector
Y por ahora leo a Francisco Tario y a Roberto Artl

En cuanto a conciertos, creo que este año estuvo bajo pues únicamente recuerdo el de QOTSA y lamenté no ver nuevamente a Jake Bugg.
Por otro lado el terreno profesional se puso interesante, ya que exploré nuevos terrenos y dejé un poco la aburrida dinámica que llevé casi toda la primera mitad del año. Es posible que ese cambio se prolongue hasta el 2015 y quién sabe, puede dar buenas sorpresas. Pasé a 5º nivel de Francés y me siento muy satisfecha.

Volví a escribir en este blog que ya casi nadie, o nadie, lee, pero que decidí continuar para mí y aunque no he sido muy constante, por lo menos no ha muerto.

En un aspecto personal también la he pasado bien, es decir; ha habido muchos cambios que han llevado y traído gente. Considero que siempre y cuando haya movimiento, las cosas se acomodarán. Algunas veces creo que con el tiempo uno se vuelve un poco duro, pero también creo que debemos serle fieles a nuestra ideología a pesar de todo. Sin duda eso nos traerá algunas dificultades, pero es lo de menos. X y yo nos encontramos en un excelente momento juntos y es mucho más de lo que podría haber pedido en ese sentido y dadas las circunstancias que hemos atravesado los últimos años. He encontrado buenas amistades en donde nunca hubiera imaginado y muchas amistades a las que les hubiera augurado gran salud se han desvanecido sin hacer ruido.

Para cerrar el año, he estado más cerca de mi familia y es algo bueno. A mediados de año la pasamos difícil pero como dije, todo en movimiento ha sabido tomar nuevamente su rumbo, aunque no sea el mismo. Y ¡ya te coche!, si todo sale bien, dentro de unos tres meses estaré escribiendo de lo buena o mala conductora que seré.
2014 te despido con afecto y gratitud como despedimos a todas las cosas que nos dan un empujón para definirnos y delinearnos un poquito mejor.

Espero que el 2014 también haya pintado lindo para ti, lector.

 
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