La imposición del recuerdo

23 enero 2017


Con frecuencia abro mi Facebook y me encuentro con esa bonita selección "Un día como hoy", que aloja todo tipo de recuerdos e interacciones, que de manera in(?)voluntaria mi cerebro ha desechado para dejar espacio a nuevas vivencias. Y es que pareciera que en la actualidad se nos impone incluso qué olvidar y qué no. No sé exactamente qué postura tengo ante esta situación, aún no lo sé, porque tanto me seduce la idea preservar la memoria "a mi manera", como bien diría cierto personaje de Lost highway, como los encuentros con pequeñas joyas como la que les comparto a continuación; se trata de una de mis canciones francesas favoritas, traducidas por un amigo que tuve hace años llamado David, a quien no veo hace años. En realidad nunca fuimos grandes amigos, pero compartíamos gustos musicales y allá por 2010 yo aún no estudiaba francés y él sí, por lo que, leyendo alguna mala traducción de otra canción en este blog, decidió regalarme su propia versión de La Palmeraie, de Benjamin Biolay:

El Palmar


Si tengo suerte, usted estará de acuerdo
Un último baile del recuerdo del pasado
Un último abrazo en la obscuridad por la eternidad
Si tengo suerte, veré el verano
En una casa blanca, contaré los veleros
Contaré los días en las páginas arrugadas de un calendario
Las rosas se han marchitado, las promesas olvidadas
Ningún invierno es verano en el palmar
Si tengo suerte, veré el cielo
Y sobre la hierba blanca, las nubes de golondrinas
Veré las murallas de la gran ciudad de la eternidad
Si tengo suerte, yo encontraré
Pienso en todos los que me han separado
Ahogaré/disimularé/sofocaré mi queja y el nudo en la garganta, los abrazará
Las rosas se han marchitado, las promesas olvidadas
Ningún invierno es verano en el palmar

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