Tres mil trescientos besos

13 abril 2016


Hace falta tu ruido para calmarme,
incluso en los días de abril
en que la jacaranda llueve en las banquetas.
El tiempo, que es presencia,
se negó a entregarnos la fruta prohibida;
secó nuestros ojos de historias
teñidos con salvia purpúrea.
Dile a la musa que cante de nuevo
la historia del hombre que inició
el fuego con tres mil trescientos besos
y que se consumió en la contramarea.

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