La droga con que me anestesio
no es de una materia distinta con la que
fabrica el ensueño,
de ahí que la pesadilla se encarne
tomándote de modelo
cuando a tu lado vuelvo.
Y aún sin tu presencia
te llevo de mí prendido como un incendio,
a veces tímido y discreto,
otras violento y siniestro.
Pero no hay peor destierro
que el de no dejarme morir bajo tu
aliento.
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