Los efectos en la personalidad que causan
algunas noches, hoy, no tengo duda de que se relacionan con la “hora del lobo”;
la temperatura del cuerpo falla, la voz cambia y la mente es poseída por el
espíritu de quienes acaban de morir. Debe tratarse de una interferencia
semejante a la radiofónica, porque parece imposible pensar y escuchar la propia
voz interior. Las ideas son trastocadas y nos abandonamos, inconscientes, a la
voluntad de quienes sueñan, o peor, como dije, a la de quienes acaban de morir.
Por eso, es mejor guardar silencio, dormir, permanecer quieto, y no sucumbir a
la tentación de poner a prueba nuestro autocontrol.
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