31 enero 2017

The crystal ship - The Doors

Antes de que te deslices hacia la inconsciencia
me gustaría un beso más
otra deslumbrante posibilidad de felicidad
un beso más, un beso más

Los días son brillantes y llenos de pesar
envuélveme en tu dulce lluvia
el tiempo que has pasado es demasiado insano
nos encontraremos de nuevo, nos encontraremos de nuevo

Dime donde descansa tu libertad
las calles son campos siempre vivos
líbrame de los motivos por los que
prefieres llorar, yo prefiero volar


El barco de cristal está siendo llenado
de cientos de chicas, cientos de emociones
millones de formas de gastar el tiempo
cuando regresemos dejaré caer un verso



24 enero 2017

«C'est le Diable qui tient les fils qui nous remuent!
aux objets répugnants nous trouvons des appas;
chaque jour vers l'Enfer nous descendons d'un pas,
sans horreur, à travers des ténèbres qui puent.
Ainsi qu'un débauché pauvre qui baise et mange
le sein martyrisé d'une antique catin,
nous volons au passage un plaisir clandestin
que nous pressons bien fort comme une vieille orange.»
Baudelaire - Au lecteur (fragmento)

23 enero 2017

La imposición del recuerdo


Con frecuencia abro mi Facebook y me encuentro con esa bonita selección "Un día como hoy", que aloja todo tipo de recuerdos e interacciones, que de manera in(?)voluntaria mi cerebro ha desechado para dejar espacio a nuevas vivencias. Y es que pareciera que en la actualidad se nos impone incluso qué olvidar y qué no. No sé exactamente qué postura tengo ante esta situación, aún no lo sé, porque tanto me seduce la idea preservar la memoria "a mi manera", como bien diría cierto personaje de Lost highway, como los encuentros con pequeñas joyas como la que les comparto a continuación; se trata de una de mis canciones francesas favoritas, traducidas por un amigo que tuve hace años llamado David, a quien no veo hace años. En realidad nunca fuimos grandes amigos, pero compartíamos gustos musicales y allá por 2010 yo aún no estudiaba francés y él sí, por lo que, leyendo alguna mala traducción de otra canción en este blog, decidió regalarme su propia versión de La Palmeraie, de Benjamin Biolay:

El Palmar


Si tengo suerte, usted estará de acuerdo
Un último baile del recuerdo del pasado
Un último abrazo en la obscuridad por la eternidad
Si tengo suerte, veré el verano
En una casa blanca, contaré los veleros
Contaré los días en las páginas arrugadas de un calendario
Las rosas se han marchitado, las promesas olvidadas
Ningún invierno es verano en el palmar
Si tengo suerte, veré el cielo
Y sobre la hierba blanca, las nubes de golondrinas
Veré las murallas de la gran ciudad de la eternidad
Si tengo suerte, yo encontraré
Pienso en todos los que me han separado
Ahogaré/disimularé/sofocaré mi queja y el nudo en la garganta, los abrazará
Las rosas se han marchitado, las promesas olvidadas
Ningún invierno es verano en el palmar

19 enero 2017

Viajar

El tiempo pasa rápido cuando te mantienes ocupado. Esta es la primera entrada de 2017 y ya estamos en la segunda quincena de enero, pero no me arrepiento, la verdad, me he dedicado a hacer cosas que me apasionan y regresé a la vida como fénix tras un atropellado 2016.


Tenía más de tres años que no tomaba vacaciones, así que a la primera oportunidad me compré un boleto a Oaxaca y me fui a conocer lugares nuevos, especialmente aquellos que están dentro de mí. Cuando pienso en viajes no puedo evitar recordar mis clases de literatura de la Facultad y asociarlos con Jorge Semprún,  Schlegel, y muchísimos otros, incluso con Bolaño, de quien realicé mi tesis de licenciatura. Sus personajes, de una u otra forme emprenden viajes transformativos y el destino es sólo un pretexto para hablar de cosas más grandes que viven generalmente escondidas dentro de nosotros y que, erróneamente solemos denominar como monstruos o demonios. Creo que no todos estamos hechos para viajar solos, y no tiene nada de malo, pero a mí me sirvió mucho para barrer un poco del polvo que se había acumulado en diferentes partes de mi cuerpo. A veces, una idea recurrente puede generar telerañas en la cabeza a base de sólo utilizar cierta parte de la imaginación y olvidar que hay otras funciones en esa maquinaria maravillosa; el corazón se fatiga de latir al mismo ritmo y no le damos permiso de estirarse para florecer en otras direcciones; el estómago se llena de piedras y los intestinos se enredan.
Oaxaca se convirtió en mi amante pasajera y se abrió a mí completamente, dispuesta a enamorarme y a dejarse enamorar por mí; recorrí sus calles de noche y bebí de sus bares; me dejé acariciar por sus montañas y dejé al viento besarme las mejillas; sus aguas limpiaron mis heridas y su comida desenredó mis entrañas. Estoy segura de que volveré y nos reconoceremos como se reconocen para siempre los verdaderos amantes.