28 septiembre 2016

Así la primera mitad del año

Ocurre con frecuencia que la vida pasa sin que advirtamos lo que ocurre alrededor. Para mí comenzó en abril pasado. Conseguí un nuevo empleo con mejores oportunidades del que había tenido previamente y creí que todo lo que había sido un revoltijo se acomodaría casi de manera automática; primer error. Lo que ocurrió, sin embargo, fue casi lo contrario.

Los trabajos de oficina tienen un efecto parecido al que aparece en los casinos, o en una referencia más culta, al que existía para Perseo al entrar en el territorio de los lotófagos, bastante bien mezclado en la película Percy Jackson y el ladrón del rayo: el tiempo se detiene. He pasado medio año en este lugar y siento que fue hace apenas un par de semanas que fui contratada.

No todo ha sido malo, por supuesto, pues he conocido a personas maravillosas aquí y casi me he hermanado con un par. Pero lo cierto es que la desconexión ha sido total. Mi vida es completamente diferente y a veces me acecha una sensación de desesperación y cansancio que sólo ha sido posible evitar gracias a la lectura de autores que siempre me han cobijado, suena cursi, pero es verdad, ellos y la música son una salvación para momentos así.


Las noches se hacen más cortas y el sueño llega con facilidad, pero las cosas cambian y te llevan consigo. No me enorgullece reconocer que he sido víctima de la inercia y he tomado decisiones que en otro momento probablemente hubieran sido impensables. Pero la vida siempre se encarga de que haya alguien afuera para darte una patada cósmica y en vez de deprimirte (o al menos no sólo eso), te ayude a darte cuenta que ése, el camino que intentabas seguir y al que te aferrabas con cierta ilusión, no era más que eso, ilusión.

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