El momento crucial es aquel en el que aceptamos. Nada se
compara a la sensación de temblor involuntario que deviene al momento en que
decimos: sí. A veces no estamos seguros de qué significa esa aceptación, pero
la abrazamos con el alma y el cuerpo deteriorados y lo único que queda es
esperar a que éste se haga visible. Porque sí; eventualmente seremos espejo de
la derrota y nuestras pupilas sólo un pretexto más para que el otro se
desvanezca.
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