02 marzo 2016

Kochanie


A veces no entiendo cómo funciona el mundo para los demás, y es natural, pues a veces tampoco entiendo cómo funcionan para mí. En mi formación se encuentra muy arraigada la idea de que no existen absolutos, que por eso que encuentro casi del todo incomprensible cuando las personas deciden algo con tal determinación que pareciera no caber en ellos la menor duda. Y sin embargo los entiendo.
Tal vez el problema no sea el entendimiento sino la aceptación, sin duda no voy por la vida diciéndole a la gente cómo debería reaccionar, o aconsejando qué creo que es mejor o peor para ellos. Cuando más he tenido que limitarme a ser testigo de experiencias ajenas, y a veces también de las propias. Digo esto porque hace un par de semanas decidí lanzarme para abrir mi corazón a alguien nuevo, y pienso, ahora que han pasado unos días desde que decidimos no salir más, que el problema no era tan grande, que las soluciones estaban ahí a la mano, pero que quizá tuvimos miedo a romper nuestros esquemas de "lo que debe ser". Es que acaso ¿no pudimos intentar buscar nuevas vías?, sé que lo hicimos, pero ¿es que nuestra voluntad fue tan endeble?, no lo sé.
Con desazón debo aceptar las decisiones que no dependen de mí así como su proceder, aún cuando desearía que tuvieran otro rumbo, ya saben como lo que dice Beckett «Try again. Fail again. Fail better.». Y con tristeza.

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