Toda la primera parte del año había
estado apestada en su mayor parte por una sensación de impotencia y, en consecuencia,
de falta de voluntad para llevar a cabo las tareas más simples, como bañarme o despertar
del todo. El ritmo de vida era relativamente relajado y todas mis
actividades se realizaban casi de manera automática. Volví a ver amigos
con los que no hablo frecuentemente pero siempre me hacen el día con su presencia.
Después de un par de tragos los
pensamientos oscuros decidían instalarse en otro cuerpo y me dejaban en paz
durante un par de horas, a veces a través de letras de canciones que hacen más por mí que
mis propios pensamientos. Todo eso poco antes de que el sueño me regresara al
mundo irreal, en donde las noticias anunciaban la segunda fuga del Chapo Guzmán y supe que algo cambiaría de manera definitiva, y que tenía que ver con esa noticia y al mismo tiempo no se vinculaba en absoluto.
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