Papeles Falsos

06 julio 2014

"En su libro sobre Venecia, Marca de agua, Brodsky escribe: «Por naturaleza inanimados, los espejos de los cuartos de hotel son aún más opacos, a fuerza de haber visto a tantos. Lo que te devuelven no es tu identidad sino tu anonimato». De una forma laxamente paradójica, el anonimato es una característica de la ausencia: es la ausencia de características. Un rostro joven es anónimo; está vacío de expresiones y de rasgos que lo identifican y nombran. A medida que envejece, adquiere las huellas que lo distinguen de los demás. Una cara que se va arrugando es cada vez menos anónima. Pero mientras un rostro envejece y adquiere mayor definición, se expone, al mismo tiempo, a más y más miradas de desconocidos –o, para seguir con la imagen de Brodsky, a más espejos de cuartos de hotel por donde han pasado tantos reflejos que todos devuelven al mismo semblante, desecho, como sus camas desechas."

Valeria Luiselli


La bestia de París y otros relatos de Marie-Luise Scherer

No es poco frecuente ni nuevo el entusiasmo que produce París en espíritus de diversa naturaleza y que ha, además, inspirado un sinnúmero de obras a lo largo del tiempo. La bestia de París, de la periodista Marie-Luise Scherer (Saarbruücken, 1938) es ejemplo de ello. La ex redactora de la revista alemana Der Spiegel desborda a lo largo de los cuatro textos que conforman el libro, maestría en el arte de la crónica periodística, de tal modo que como lector llega a surgir la duda sobre si los minuciosos detalles han surgido de una exhaustiva investigación periodística o de la prodigiosa imaginación de Scherer.

El primer relato, que da nombre al libro, nos sitúa en diferentes escenas del crimen de los años ochenta, década en la que Thierry Paulin, originario de Martinica, y su cómplice y amante Jean-Thierry Mathurin desatan una oleada de asesinatos en diversos barrios parisinos llevados a cabo de 1984 a 1986. El monstruo de Montmatre, como también se le conocía a Paulin, es una de las personalidades más fascinantes que, frente a los ojos de Scherer, se convierte en poco más que un ejemplo de quien buscaba desfogar a través de la moda y el dinero un alma consumida por la enfermedad y el resentimiento. “Paulin incrementa el júbilo general, al confesar siete de los asesinatos a lo largo de la hora siguiente. Debe haber disfrutado mucho el  sentirse tan solicitado, pues describe los hechos con actitud de experto. Las torturas, los actos sádicos, todo lo que había ido más allá del acto de asesinar en sí, se lo achacó a su cómplice…”.

El último surrealista es una revisió hecha a partir de una de las últimas entrevistas realizadas al poeta Philippe Soupault y, posiblemente la última en la que era capaz de hablar con fluidez, a causa de una intervención quirúrgica de la cuerdas vocales. Él, quien asentó junto a Bretón los precedentes del surrealismo literario, rememora anécdotas, como su extraña amistad con Proust o las bien sabidas actitudes tiránicas que practicaba Bretón frente al grupo, e incluso la muerte de Apollinaire, quien quizá creyó al final de su vida, que tras el armisticio del 11 de noviembre de 1918, los parisinos en las calles gritaban «A bas Guillaume!», refiriéndose a él y no al káiser alemán.

En Cosas sobre monsieur Proust, la autora se adentra en el universo de una aristocracia venida a menos durante los ochenta, mientras se rodaba una adaptación de, En busca del tiempo perdido bajo la dirección de Volker Schlöndorff. En ella conviven los herederos de algunos personajes que utilizó un enfermizo y obsesivo Marcel Proust para inmortalizar en su obra. En el relato desfilan por igual actores de la talla de Alain Delon, Ornella Muti, Jeremy Irons, así como adinerados estadounidenses como Anna Gould o los descendientes Rothschild. Anécdotas de su vieja ama de llaves, nonagenaria para aquél entonces, también conforman un sólido retrato del extravagante Proust.

Finalmente, la crónica titulada Grititos de reencuentro es una invitación a las pasarelas anuales de la moda llevadas a cabo en París. Sobre las envidias y juegos enmascarados que pueden encontrarse entre los editores de las revistas que dictan lo que está en boga y lo que no. Este último texto es, quizá, el menos intimista y, probablemente realizado así de forma alevosa debido al hecho de que la moda nos convierte en uno más; es una vorágine febril y efímera semejante a la que experimentaron Arturo Cova y su amante en aquella obra del colombiano José Eutasio Rivera: “Grititos de reencuentro, prêt-a-porter en París. Por encima de todos los saludos se escuchan las voces de contralto de las italianas; en cada mejilla lanzada al aire, mientras la mirada de los que besan y de los que son besados ya se fija en otra parte; el gesto de asentimiento sonriente, a la espera de la sonrisa de respuesta, diciendo hacia un lado: «¡Menuda arpía!»...”.


Es así que Marie-Luise Scherer nos deja una probada de París y sus historias, de sus antiguos personajes hasta los más actuales. Sus textos reunidos en este libro dan brillo al verso del poeta modernista Gilberto Owen que dice «París cumple en tu rostro quince años». De la más fina aristocracia, hasta los asesinos de origen más llano cohabitan en sus páginas.
Scherer ha sido galardonada en múltiples ocasiones, como reportera con el Premio Egon Erwin Kisch, el Premio Ludwig Börne, entre otros.

 
Designed by Lena Graphics by Elie Lash